«El Mont Blanc en panorámica, ¡una cima para tomar perspectiva!»
Exposición fotográfica de Bernard Tartinville
Fueron Jean-Marc Peillex (alcalde de Saint-Gervais) y Didier Josèphe (director de la Oficina de Turismo) quienes, en enero de 2018, decidieron organizar conmigo la visita virtual de la ascensión del Mont Blanc por la vía Real, con la idea de hacer las fotos ese mismo verano. No es imprescindible practicar alpinismo para disfrutar de todo lo que la montaña tiene que ofrecer, no en vano las praderas alpinas son un lugar de excepción para senderistas y paseantes o para deportistas que busquen mejorar su rendimiento. Esta visita virtual era una gran oportunidad para dar a conocer la vía Real de acceso al Mont Blanc y, si además aportaba una dosis de realidad a futuros ascensionistas mal informados que pensaran que esta vía es un paseo por la nieve, objetivo doblemente conseguido.
Ahora bien, salí de aquella reunión con una pequeña preocupación, ya que iba a tener que subir varias veces al Mont Blanc con un material que no es en absoluto ligero. Los siguientes cinco meses me dediqué a prepararme físicamente.
Organicé este proyecto con mi compañero de cordada, Christophe Delachat. Él y yo ya habíamos estado juntos en la cima del Mont Blanc en 1987 y desde entonces hemos compartido unas cuentas aventuras en este macizo. Christophe es guía de alta montaña en Compagnie des Guides de Saint-Gervais. Había ascendido al Mont Blanc cientos de veces y había coronado por primera vez varias cimas en los Andes y en el Himalaya. Él se encargaría de la seguridad de la cordada. Christophe también es realizador de películas de montaña, así que conoce bien las condiciones necesarias para hacer unas buenas tomas. Sabe perfectamente que a veces hay que esperar a tener la luz adecuada, incluso fuera de los horarios habituales, salirse del recorrido clásico para buscar un mejor encuadre, esperar varios días en el valle cuando las nubes no te dejan conseguir la foto que buscas…
No obstante, el material fotográfico, que pesa y ocupa mucho, no se podía repartir solo en dos mochilas así que Jocelyn Delachat, hermano de Christophe, sería el tercer alpinista. Jocelyn es un muy buen compañero de cordada y tiene un gran sentido de la climatología en la montaña. Su ayuda resultó de lo más valiosa.
En Saint-Gervais depositaron una gran confianza en mí para la realización de este encargo. Me dieron total libertad para la organización, la logística, la ruta, el número de ascensiones, el número de fotografías en 360, su ubicación y el montaje de la visita virtual. Además, hay que destacar que llevamos a cabo este gran trabajo de precisión con una estricta economía de medios. Solo una cordada de tres alpinistas, nada de helicópteros para transportar el equipo y ni hablar de una caravana de portadores. En estos tiempos en los que cada vez se emplean más mastodónticos medios para las realizaciones audiovisuales, en los que la locura de las redes sociales da pie a las mayores excentricidades en la montaña, a mí me queda la gran satisfacción de haber dejado en las pendientes del Mont Blanc solamente las marcas de nuestros crampones en la nieve.
Basándome en el conocimiento de la ruta, estudiando los mapas y gracias a la colaboración de Christophe, en la primavera de 2018 ya había previsto los puntos interesantes para fotografiar. Prever es algo positivo, sirve para empezar a soñar con la aventura que se avecina, pero en un entorno natural tan cambiante, la improvisación y la adaptación a las condiciones de la montaña son factores clave para que no te pille por sorpresa una luz inesperada.
La realización de las tomas requiere una gran precisión. Cada imagen en 360° es el resultado del montaje de entre 8 y 24 fotografías. Hay que girar la cámara unos grados entre cada disparo hasta dar una vuelta completa. Para que no se perciba ninguna separación, estas rotaciones se tienen que hacer con unas rótulas que se ajustan al grado y casi al milímetro. El conjunto se asegura con un nivel de burbuja y una plomada. Me llevé un mástil telescópico que, doblado, es casi como un bastón de marcha. Así podía subir la cámara hasta a siete metros de altura. Esta técnica la utilicé sobre todo en la arista Arête des Bosses, que es tan estrecha que no se puede colocar un trípode. Tuvimos que tallar una plataforma con las piquetas, junto después de la parte alta de la arista por la vertiente italiana, e izar la cámara por encima. Estas operaciones, extremadamente minuciosas, se usan mucho en museos, iglesias, castillos y hoteles. Ahora bien, a esa altura, en un terreno inestable y escarpado, con frío, viento, los dedos congelados y a veces acuciado por la sed o del hambre, estos ajustes requieren un esfuerzo extra de lucidez. Tanto mis compañeros de cordada como yo a veces teníamos que adoptar posturas escabrosas y difíciles para no salir en alguna foto. El material de montaña y las mochilas los teníamos que mover en cada toma. Teníamos que rodear la cámara sin moverla ni un milímetro, en lugares exiguos, encordados y con los crampones en los pies. Hacía falta unos veinte minutos para cada fotografía panorámica.
La lentitud en la progresión en este terreno de montaña y la dureza del esfuerzo te hacen más exigente a la hora de elegir una perspectiva y los ajustes, con el afán de poder capturar en una misma imagen la fuerza del sol sobre el hielo y el amenazador frío de la roca a la sombra.
A diferencia de la práctica actual de la fotografía, el resultado no se ve de inmediato. Solo te lo puedes imaginar. En realidad esa espera me gusta, me recuerda a mis inicios en la fotografía analógica. Hacen falta muchas operaciones antes de ver la imagen final. En el tiempo que pasa entre las tomas y el procesamiento es fácil abandonarse a la reflexión, ¿serán capaces esas imágenes de reproducir los sentimientos que me sacudían en el momento de hacerlas? Eso les conferiría una gran importancia y justificaría la ascensión, que valdría la pena solo por eso. Acaso no será más significativo que una descripción puramente topográfica de una ruta.
Si estas imágenes le llegan al corazón a alguna persona, o le transmiten algo de la emoción que sentí yo ante el espectáculo que nos brinda la montaña, todo esto habrá valido la pena.
En esa vía de ascensión hice unas cien fotografías en 360°, de ellas, usé unas treinta para la visita virtual y siete forman parte de esta exposición.
Este trabajo ha supuesto un auténtico desafío físico y técnico, y también una bonita aventura humana.
La histórica marca de cámaras de foto Leica ha colaborado en este proyecto.
Estas fotografías se presentaron con ocasión del cincuenta aniversario de Rencontres d’Arles en julio de 2019 y fueron el tema de una conferencia en Rencontres d’Arles en 2022.
Algunas han resultado premiadas en los Epson International Pano Awards en 2020 y en 2022.
Biografía – Bernard Tartinville
Bernard Tartinville ha sabido siempre dedicar un tiempo a observar el Mont Blanc. Le gusta pasar temporadas en Saint-Gervais, localidad en la que está situada la cima del Mont Blanc y de la que es natural su madre. No en vano, pasó la infancia entre los relatos de montaña que le contaban su familia y los guías.
Desde muy joven, empezó a volver de sus excursiones con fotografías, con la idea de poder compartir la belleza de los paisajes de montaña. Su padre, que también era aficionado, le regaló una FOCA Universal, que es la versión francesa de la famosa Leica. La fotografía era entonces una herramienta para representar la montaña, pero poco a poco la montaña se convirtió en el pretexto ideal para hacer fotografías. Y en esa dicotomía se estuvo debatiendo hasta que comprendió que las dos cosas conformaban lo que era en realidad su gran y única pasión.
Bernard ascendió por primera vez al Mont-Blanc en 1987, unas semanas antes de ingresar en la Escuela de Artes Aplicadas de Vevey, en Suiza, donde cursó sus estudios de fotografía durante cuatro años.
La precisión y el rigor de esta formación le encaminaron de forma natural a la fotografía publicitaria y de moda, campos a los que se dedicó durante muchos años en París.
En la actualidad está afincado en Barcelona y ofrece sus servicios y su experiencia a empresas y directivos que quieren encargar retratos de calidad.
Bernard está especializado en fotografía panorámica a 360º. Con estas tomas elabora visitas virtuales interactivas con un alto nivel de detalle de museos, hoteles y patrimonio arquitectónico, histórico y religioso. Su trabajo lo ha utilizado y lo ha puesto de ejemplo de mediación digital el Ministerio de Cultura con ocasión de las Jornadas Europeas del Patrimonio de 2017.
Como el primer amor nunca se olvida, enseguida comprendió que esta tecnología podía resultar muy interesante para dar a conocer y promover parajes naturales excepcionales, y así ha conseguido aunar el montañismo con su profesión. Ha confeccionado visitas virtuales inmersivas de diferentes cimas del macizo del Mont Blanc.
Las fotografías de esta exposición están extraídas de esas visitas virtuales. Varias de ellas han resultado premiadas en diferentes ediciones de los Epson International Pano Awards (actualmente, el mayor concurso de fotografía panorámica). Este año, también han resultado premiadas dos fotografías, una de ellas ha quedado en 4.ª posición (se habían presentado 1.197 fotógrafos de 98 países, con 4.129 fotos).
Las imágenes de esta exposición no podían haber encontrado un mejor destino, ya que, en colaboración con la asociación «Baskets Aux Pieds», que trabaja en un gran número de hospitales en Francia y Suiza, han llegado a muchas consultas de Hematología y Oncología Pediátrica. Con unos cascos de realidad virtual, los pequeños pacientes pueden distraerse durante un rato de los tratamientos y del dolor y sumergirse en unos parajes naturales de excepción. Bernard lleva casi dos años ya colaborando con «Baskets Aux Pieds» cediendo o produciendo contenido adaptado para este programa.
El trabajo de Bernard ha llamado la atención de la prestigiosa marca de cámaras fotográficas Leica, que le ha nombrado embajador. Así, además del placer de poder trabajar con un material excepcional, esto le permite estar siempre al día en tecnología en un sector profesional en constante evolución.
Desde que tiene la licencia de piloto profesional de drones, Bernard no solo ha cogido altura para conseguir nuevos puntos de vista, sino que también ha ampliado su actividad con la modelización en 3D de edificios por fotogrametría o con la cartografía.