Tras la catástrofe nuclear de Chernóbil, que debilitó innegablemente una parte de la flora y la fauna, las cámaras instaladas en la zona de exclusión de Prípiat han permitido observar la reaparición de algunas especies, años después del accidente. Esta nueva biodiversidad, ligada a la marcha del hombre, es testigo de los efectos igualmente destructivos de la cría industrial y de las actividades agrícolas.
Es esta «nueva vida», desprovista de presencia humana, la que inspiró a Alexia.

Su trabajo consiste en trasladar la idea de la ausencia de seres humanos en las ciudades consideradas más pobladas y contaminadas del mundo actual, ocupando sus edificios sin sus habitantes.
A través de la hibridación de métodos en su creación −desde la pintura tradicional hasta la tableta digital, pasando por el vídeo mapping−, busca animar lo deshabitado y provocar una impresión de inquietante extrañeza. Crear movimiento en el «vacío» y jugar con los efectos de las diferentes fuentes de luz se convierte en una forma de sensibilizar al espectador y sugerir una nueva forma de presencia viva. 

En este caso, no se trata tanto de imponer ideas como de dejar un campo libre de interpretación, invitándonos a reapropiarnos del espacio llenándolo con nuestras propias evocaciones.
La presencia del espectador es, pues, parte integrante de la instalación. Aquí es un actor en el proceso creativo. A través de su proyección mental, el participante es el único intérprete de una obra acabada y única.

En esta obra de inmersión, Alexia elige utilizar la tecnología digital ya que nos permite sumergirnos en un entorno ficticio. De este modo, podemos perdernos en nuestros pensamientos y cuestionarnos a nosotros mismos, o incluso desarrollar una conciencia de los problemas actuales.

Alexia Macia. Nacida en 1985, es una artista visual francesa, actualmente establecida en Bayona. En 2010 se graduó de la escuela de bellas artes de Burdeos, Francia.