Siempre interesado en el documento como activo escénico, como herramienta, El Khatib reconstruyó una especie de diario escrito a partir del día que murió su madre.
Comenzó un trabajo de inmersión en la memoria para volver a visitar lugares y espacios de su vida. Y todos esos recuerdos cobran vida en escena sin intermediarios entre el autor, su vida, su escritura y el público.