Los malentendidos entre los hombres son la consecuencia del hecho de que son seres de lenguaje. A eso pueden añadirse los lapsus, los chistes, los falsos amigos que se deslizan subrepticiamente entre dos lenguas. Pero, sobre todo, es la corrupción de la palabra del otro que puede generar un malestar entre los hombres y desencadenar su odio como su violencia. Para dar lugar a la palabra del otro, hay que saber escucharla. ¡Es la opción ética! En esta relación con la ética hay, para todo sujeto, la posibilidad de elegir cómo actúa y qué dice en la sociedad en la que vive y se desplaza.